miércoles, 23 de junio de 2010

Solo los chicos

Por Walter Clavin

La vigésima edición de la feria del Libro Infantil se llevará a cabo a partir del 12 al 31 de julio en el centro de exposiciones de la ciudad de Buenos Aires. Éste nueva edición tiene como lema: “Encantado de leer”, como un encuentro íntimo entre el libro y el lector que lo lleva a disfrutar de lo que lee.
Pero… ¿hace cuanto tiempo se considera la literatura infantil tan importante como otros géneros?


La literatura infantil es tan o más compleja que cualquier otro género. A través de la historia se han suscitado varias discusiones acerca de cómo escribir apropiadamente para niños.
Es un espacio en donde la ideología está presente, esto no es algo negativo. Aquí, los niños son tan lectores como los adultos, y tener dudas acerca de sus capacidades de interpretación o temer sobre las repercusiones que cualquier obra puede conseguir es subestimarlos. (Ver trabajo relacionado con la ideología en la literatura infantil)
El género en cuestión ha sido minimizado por mucho tiempo. Pocos escritores se aventuraron a dirigir sus obras hacia los niños antes del siglo XVIII. La literatura en general estaba dirigida hacia adultos.
Sin embargo, cuando los escritores descubrieron que escribir para niños podía ser interesante, no dudaron en hacerlo. Con eso sobrevino la discusión acerca de qué era lo convenientes y qué no, cuales eran los límites a la hora de escribir y cuáles eran las consecuencias en la formación del infante.
Para fines del siglo XIX y mediados del siglo XX, ya existían varios estudios y opiniones de filósofos, sociólogos y pedagogos, los cuales coincidían en que había que tener mayor cuidado al dirigirse a un público infantil. Surgió entonces la rivalidad entre los defensores de la fantasía y los defensores de la realidad. A la primera se la acusaba de mentirosa, peligrosa e inútil para la formación del niño.
Entonces proponían relatos más realistas pero dulcificados, o como dice la escritora argentina Graciela Montes: “Cuentos disfrazados por lo tanto de realistas, en los que, sin embargo, por arte del birlibirloque, la realidad era despojada de un plumazo de todo lo denso, matizado, dramático, contradictorio, absurdo, doloroso. De todo lo que podía hacer brotar dudas y cuestionamientos. Así despojada, lijada, recortada y cubierta con una mano de pintura brillante era ofrecida como la realidad, y el cuento, como cuento realista





Estaba instalada la discusión y al mismo tiempo la contradicción. Según los estudiosos de aquellos tiempos, era tan peligrosa la fantasía sin límites como la realidad sin matices.
Antes de mediados del siglo XX, eran tiempos en donde parecía que el único propósito de la literatura era educar, que siempre había que dejar un mensaje positivo, y que el exceso de fantasía, de irracionalidad en los cuentos y demás obras era perjudicial.
Los textos eran dirigidos a un público estereotipado, al niño que debía formar parte responsable del modelo social vigente, quedando afuera intereses ajenos a la educación formal, como lo es el simple disfrute. El escritor, periodista y pedagogo italiano Gianni Rodari desmitifica que la realidad mezclada con toques de fantasía puede interferir directamente en los niños con la siguiente frase: “El niño recorta de los acontecimientos del mundo adulto, sus propios espacios, la expansión planetaria de la raza blanca, la conquista del oeste americano, la fundación de los imperios coloniales europeos en Asia y África, se convierten para él en materia prima de aventuras exóticas. No advierte que a través de esos libros pasa la ideología de la raza que se cree destinada al dominio del mundo, que les impregnan los enfrentamientos entre las potencias coloniales, que sostienen siglos de sufrimiento para millones de hombres; le es suficiente con identificar unos espacios elegidos por la fantasía (…) para su necesidad de obstáculos y triunfos”.

Actualmente, el sector literario que se dirige a los niños tiene cuidado sobre lo que plasma en el papel, ya que los menores son personas en formación. Pero no basa sus escritos puramente en educar, sino más bien en llegar al lector desde la aventura, la magia y los sueños que generan sensación de placer, las ganas de seguir leyendo, mostrando una realidad con mensajes menos explícitos, pero no por eso omitidos o ajenos a la realidad.
Aún cuando exista una única intención de influir, en donde se deja de lado aspectos importantes de la escritura como la creación misma de la historia sin ningún otro propósito, será el lector (y en este caso los niños) quien sabrá escoger libremente qué leer, absorbiendo lo que le resulta útil (ya sea para su formación o para el simple disfrute) y desechando lo que no. Son los niños quienes tienen el poder de decisión.


La fotografía pertence a la página: http://lectomania.educared.pe/
El video pertenece a la página: http://www.youtube.com/watch?v=ajhVndmqiIg

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