jueves, 10 de junio de 2010

Rudy del Valle: "Yo viví sobre la barrera Larsen A que ya no existe y nadie más va a poder vivir en ese lugar"

Por Marina Morales.
Al sur del sur, la Antártida seduce a los científicos que trabajan allí. Rudy del Valle participó en más de 60 campañas y cuenta sus experiencias en el continente blanco.

Rodolfo del Valle es doctor en Geología y es el Coordinador del Departamento de Ciencias de la Tierra en el Instituto Antártico Argentino. La vida en campaña fue su vida durante 35 años y realizó más de 60 misiones científicas.
Del Valle viajó a la Antártida por primera vez siendo estudiante de geología cuando un jefe de cátedra lo invitó a una expedición a la isla Livingston. Tiempo después, el jefe de personal de la Dirección Nacional del Antártico le informó

Foto de: http://tourismvirtual.blogspot.com
que habían aceptado su nombramiento y tenía que retirar un cheque por dos meses de trabajo.
Así empezó a trabajar en la Antártida. Hacía investigaciones científicas viajando en carpa,
buscando evidencias de cómo se desplazó y contra qué chocaba el continente, cómo se formaron las montañas, qué influencia tiene el calentamiento climático en los escapes de metano en el fondo de los mares alrededor de la Isla Marambio.
Las crudas condiciones climáticas en las bases de la Antártida hacen que sólo unos pocos puedan trabajar allí, incluso los argentinos que lo hacen reciben un suplemento de alto riesgo, es decir, se reconoce que la estadía en el Polo Sur supone vivir situaciones de peligro.

-¿Cuál es el enemigo en la Antártida?
Yo tengo experiencia más bien de campamento, pero también fui jefe de la base Jubany que es una base científica. El enemigo de una base es el fuego, es muy difícil de controlar por el viento que funciona como soplete. El enemigo en el campamento es el viento, que mueve las carpas, no te deja dormir de noche, puede alcanzar más de 200 kilómetros por hora, te lleva, te mete nieve en los pulmones, hace destrozos. En el campo la calma es algo más de 20 kilómetros por hora, no te deja anotar, se te vuelan las hojas. El problema de la Antártida no es el frío, es el viento, uno se abriga y va bien. A veces cuando uno va en bote no te deja volver, casualmente a la ida está todo lindo, pero a la vuelta siempre tenés viento en contra. Te mojás todo, vivís con miedo, no sabés si vas a llegar o no.


-Con el cambio climático, ¿puede llegar a pasar algo similar a “El día después de mañana”?
Ya ocurrió, con la ruptura de la barrera de Larsen A en 1995. Al día siguiente, sobrevolé en helicóptero la zona donde estaba la barrera y lloré. La barrera nos parecía eterna, circulábamos por ahí arriba con las motos, los trineos de nieve. En el medio de la barrera, no veías nada más que blanco. Cuando llegué con un buque de Greenpeace hasta donde solía estar la barrera, vi que ahí por donde nosotros habíamos andado con las motos ahora navegábamos por un océano ya formado: había focas y ballenas que comían cril.

-¿Cómo es el trabajo en la Antártida?
En la Antártida el respeto es a la naturaleza que a veces es despiadada. El trabajo es interesante, porque no se puede llevar la montaña al laboratorio, hay que ir a la montaña. La Antártida es un laboratorio natural espectacular, está todo ahí. Es muy fácil hallar algo nuevo para investigar, hay muchísimo que no está explorado. Lo más extraño de todo es que yo viví sobre la Barrera de Larsen A que ya no existe y nadie más va a poder vivir en ese lugar.

-¿Qué recaudos hay que tomar antes de salir en una misión?
Hay que tener muchas precauciones. Nunca sale uno sólo, siempre se va en dos vehículos iguales, así por donde pasa uno pasa el otro, si hay un bote en el agua el otro tiene que estar en el agua. Todo es así, siempre todo duplicado, dos radios, dos teléfonos satelitales, dos GPSs. Hay que llevar una cantidad infernal de cosas. Cuando te confiaste ahí pasan los accidentes. Es difícil lidiar con piqueta, soga, grampones, la moto, el combustible para la moto y encima hacer el trabajo. Cuando las motos no habían llegado y todavía se usaban los trineos, me ponía muy triste al regresar a la Antártida y encontrarme con que había muerto alguno de los perros.


-¿De dónde sacan el agua para tomar o para cocinar?
En invierno es más fácil conseguir agua que en verano, porque en invierno pescas un témpano o cortas un poco de hielo lo descongelas y listo, pero en verano hay zonas en las que, a causa del efecto invernadero, no hay hielo como en la Base Marambio. También mandaban agua en botellas de plástico que se dilatan y no re rompen. Allá en invierno pasan meses en que no se bañan.


-Con un clima tan frío, ¿es común enfermarse?

Uno no se enferma porque no hay virus, salvo que se lleve desde el continente. En la base están muy aislados. Si llega un barco de turistas seguro que al otro día están todos resfriados. Puede haber traumatismos o congelamientos. A mí una vez se me congeló la pierna izquierda y cuando la quise mover se me partió el tendón de la rótula.

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